El impacto de las tecnologías emergentes en el mercado suele responder a una curva con forma de duna descrita por Gartner y que se representa por etapas:

1.- Una fase de inicio.
2.- La etapa de sobredimensionamiento/burbuja de la tecnología.
3.- El ciclo de la desilusión y el desplome. El desamor.
4.- La fase de resolución, de selección.
5.- Finalmente la meseta de productividad donde llegan las empresas más competitivas en el sector.

Son modelos que reflejan fielmente la realidad. Mirando con detenimiento estas curvas, aquellos que llevamos unos años en este gremio, nos sentimos bastante identificados.

Actualmente, la Inteligencia Artificial (IA) parece que se pudiera encontrar en su particular fase de sobredimensionamiento. Su singular burbuja, ha llevado a propios y extraños a vender placebos de IA a diestro y siniestro. Lo mismo ocurrió en su momento con el Big Data.

Para acercar esta tecnología cuanto antes a la meseta de productividad y suprimir toda esta bulla que no sirve mas que para aturdir es importante hacer pedagogía para que la sociedad entienda con cierta exactitud qué es la IA y cómo impacta en las economías. Empecemos con 2 sencillos ejemplos de softwares que no son IA y que sí lo son:

NO son IA: los softwares que realizan y automatizan acciones humanas no son IA. Por ejemplo la automatización de transacciones digitales mediante pasarelas de pago.

SÍ son IA: los softwares capaces de aprender a partir de la experimentación sí son IA. Por ejemplo los modelos de predicción meteorológica aprenden del pasado para hacer previsiones.